¿Cuántos huracanes habrá en el Atlántico?
De junio a noviembre se podrían ver 23 tormentas con nombre, incluidos 11 huracanes y cinco huracanes «importantes» de categoría 3 o superiores, según el pronóstico de la temporada de huracanes del Atlántico de la universidad publicado la primera semana de abril.
«Este es el pronóstico del mes de abril más activo que jamás hayamos emitido», dijo a CNN el pronosticador principal Phil Klotzbach. «Nuestro anterior pronóstico de huracanes más alto en abril era de nueve huracanes» desde que comenzaron las predicciones en 1995.
¿Cuál es el pronóstico para México?
En México, las autoridades esperan que se desarrollen de 15 a 18 sistemas con nombre en el océano Pacífico y de 20 a 23 en el Atlántico, según el pronóstico adelantado por Conagua y el Servicio Meteorológico Nacional el 6 de mayo.
En el Pacífico, entre 8 y 9 tendrían la fuerza de tormentas tropicales, entre 4 y 5 serían huracanes categorías 1 o 2 y entre 4 y 5 serían huracanes entre las categorías 3 y 5. En el Atlántico las entre 11 y 12 serían tormentas tropicales, habría de 5 a 6 huracanes de categoría 1 o 2 y entre 4 y 5 huracanes de categorías de 3 a 5.
«Sin embargo, ello no significa que todos esos ciclones impacten en territorio nacional. Según los pronósticos, del total de fenómenos tropicales previstos, tanto en el Atlántico como en el Pacífico, al menos cinco podrían impactar al país», señala el Gobierno en su reporte.
De El Niño a La Niña
Con el pronóstico publicado, la siguiente pregunta es: ¿por qué?
Es posible que haya oído hablar de El Niño durante la temporada de huracanes del año pasado. Ahora nos enfrentaremos al fenómeno climático natural opuesto, La Niña, y sus posibles impactos serán clave esta temporada.
El Niño ocurre cuando las aguas superficiales del Pacífico central y oriental son más cálidas de lo normal.
El Niño calienta la atmósfera y cambia los patrones de circulación en todo el mundo; también influye en el clima global, incluidas las temporadas de ciclones. Cuando el Pacífico es más cálido, la región suele experimentar más ciclones tropicales, pero el Atlántico experimenta menos, gracias a más vientos en los niveles superiores que destrozan las tormentas e impiden que se formen.
Como lo opuesto a El Niño, La Niña suprime esos vientos en los niveles superiores, creando las condiciones ideales para la formación e intensificación de huracanes.
Hay un 55% de posibilidades de que se desarrolle La Niña de junio a agosto y un 77% de posibilidades que ocurra de septiembre a noviembre, según un pronóstico de marzo del Centro de Predicción Climática de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica.
Un mundo cálido favorece los huracanes
Como siempre, el impacto general del cambio climático también está en juego.
La contaminación que calienta el planeta está impulsando el aumento de la temperatura global y de los océanos, que ahora han experimentado un año entero de calor sin precedentes gracias a este calentamiento causado por el hombre y por El Niño.
Y a medida que el planeta se calienta, el impacto de los huracanes se vuelve más peligroso.
Los niveles mundiales del mar también están aumentando, impulsado principalmente por el rápido derretimiento de las capas de hielo y los glaciares. Un aumento de sólo cinco centímetros puede marcar una diferencia dramática en qué tan tierra adentro puede llegar la marejada ciclónica de un huracán.
Un clima más cálido también significa que habrá más vapor de agua disponible en la atmósfera, la cual potencialmente caerá en forma de lluvia.
El agua del Atlántico, particularmente donde se forman la mayoría de los huracanes, ha alcanzado temperaturas récord. Un Atlántico cálido en primavera generalmente significa agua más cálida durante la temporada de huracanes porque crea condiciones que impiden la formación de vientos que enfrían el agua, dijeron investigadores de la Universidad Estatal de Colorado en el comunicado de prensa de este jueves.
Y más agua cálida significa más posibilidades de tormentas.
«Un Atlántico muy cálido favorece una temporada superior a la media, ya que la fuente de combustible de un huracán es el agua cálida del océano», dice el comunicado. «Además, un Atlántico cálido provoca una presión atmosférica más baja y una atmósfera más inestable. Ambas condiciones favorecen los huracanes».